La presente adaptación de “El gran teatro del mundo” trata los temas del perdón y de la solidaridad entre personas. Para transmitir los mismos usamos, aparte del propio texto, todos los caminos creativos que nos proporciona el teatro didáctico, a destacar:
– Uso de la voz en off no como narración ni situación, sino como un personaje más.
– Uso de un personaje (El Mundo) que empatiza desde el primer momento con el público y guía a este por todo el recorrido de la obra.
– Uso de doble telón, con el fin de sorprender en el último acto al espectador al mostrarle un escenario hasta ese momento nunca visto.
– Acompañamiento musical adecuado en todos aquellos momentos importantes de la historia.
Asimismo, la propia naturaleza de la obra nos proporciona una serie de valores que nos ayudan mucho a cumplir nuestro cometido. Entre los mismos cabe destacar:
– El género de la obra, auto sacramental alegórico, es decir, una obra cuyos personajes no simbolizan ni representan nada, sino que directamente son lo que el autor quiere mostrar de ellos (El Rey, El Pobre, La Hermosura), lo cual facilita a los alumnos no acostumbrados aún al género teatral la comprensión de los valores de la historia sin elementos propios de la ficción que les pudieran desorientar.
– Metateatro, o lo que es lo mismo, hacer teatro dentro del teatro. De esta manera el alumno no sólo ve un espectáculo teatral, sino que adquiere además conocimientos básicos de cómo se pone en pie una representación: autor, argumento, personajes, vestuario, maquillaje, actores…
– El verso. Los alumnos notarán que los actores hablan “raro”, pero la propia musicalidad del verso es una herramienta muy poderosa que les introducirá a los pocos instantes de empezar la obra en un mundo ficticio, desconocido, donde se habla diferente que en el real, lo cual fomenta la fascinación del alumno ante lo que ve. Además el verso, por su naturaleza poética, aumenta el grado de belleza de la representación, y por ende, da mayor dimensión al sentido de la misma.
– La claridad de los personajes y la historia, la ausencia de elementos que dificulten el seguimiento de la narración, el acierto en los diálogos y la sencillez de la propuesta a nivel dramático nos han hecho pensar desde el primer momento que estamos ante un texto perfecto para despertar en los más jóvenes el placer del teatro y aportar nuestro granito de arena a su educación transmitiéndoles valores de conducta que defendemos y en los que creemos.